Cuando muere el dueño de una mascota (parte 2/4)



Eligiendo a la persona adecuada


No olvidemos que nadie es perfecto, y no debemos pasar por alto el hecho de que es casi imposible que alguien trate a nuestra mascota exactamente como nosotros la tratamos. Y esto no significa que dicha persona sea incapaz de darle los cuidados y el amor que merece.

No es posible, por ejemplo, encargarla a nuestro amigo que ama a los animales, pero que por motivos de trabajo tenga que ausentarse de casa por largos periodos de tiempo (a excepción de que pueda a su vez encargarla con gente confiable o en última instancia, buscar una pensión confiable mientras no está), o que se la demos a nuestro hermano cuyas mascotas nunca se han llevado con las nuestras y que esté esperando a su segundo bebé, o que la encarguemos a nuestros hijos, quienes aún cuando la quieran, sabemos que por una u otra razón no estarán capacitados para cuidarla. O incluso el simple hecho de que si pensamos en nuestros padres ellos carezcan de los recursos suficientes para mantener a un animal.



Preparándonos con antelación


No basta con seguir las instrucciones aquí indicadas, sino que también hay otras medidas que podemos tomar en caso de que faltemos.

Es importante entonces que, siguiendo una cultura de la prevención y posesión responsable de mascotas, todos los miembros de la familia sepan cada cuándo alimentar a la mascota, así como estar al tanto de su salud en general (se puede platicar a la hora de la comida, o en un momento en que todos estén reunidos y relajados, acerca de cuándo toca la siguiente desparasitada o vacunación). Sería deseable que todos se turnaran para alimentar, pasear, jugar y llevar a nuestra mascota al veterinario (hay que ingeniárselas para que no sea una obligación, sino una actividad familiar). Una sugerencia útil consiste en tener ordenados en una carpeta el historial médico de nuestra mascota: cartilla de vacunaciones, estudios realizados e incluso las recetas del veterinario.

Para que todos participen del cuidado de la mascota y no se vuelva un martirio, no debemos caer en el error de “antropomorfizarla” : el darle un trato y un lugar por encima de nuestros seres queridos traerá como consecuencia que ellos opten por no interesarse, o peor aún, que odien todo lo concerniente al animal de la familia. Por ello, todos los miembros deben estar al tanto del cuidado y necesidades de la mascota, porque suele ocurrir que solamente una persona, el dueño, es quien se encarga de ésta y cuando falta, nadie sabe qué hacer.




¿Y si no quiero entregarla a nadie?


Existen personas que consideran que nadie más que ellas se harían cargo de su amigo animal, y que en caso de fallecer ellos, preferirían que se durmieran (recurriendo a la eutanasia) y que incluso, se cremaran juntos.

Esto es una cuestión meramente personal y que debe meditarse con cuidado, porque debemos pensar en si realmente no es egoísmo puro el que nos guía. Efectivamente nadie le va a dar exactamente el mismo trato que nosotros, pero eso no significa que alguien más no pueda amar a nuestra mascota en igual o mayor medida (e incluso cuidarla mejor). Un animal merece una segunda oportunidad de vida, ¿quién puede asegurar que nuestra mascota no se adaptará al nuevo dueño?

Debemos entonces meditar bien si, en caso de que faltemos, pidamos que nuestros queridos animales nos acompañen en el más allá. En este caso, lo que puede hacerse es que se creme por separado al animalito y luego juntar las cenizas de ambos, dueño y mascota en su lugar de reposo final. O incluso esparcir las cenizas de esta sobre la tumba de su amo.

Y sea cual sea nuestra resolución debemos dejarla clara y por escrito en nuestro Testamento Privado.


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.: Sigue parte 3 :.


Extraído del artículo:
"Lo que pasa cuando muere el dueño de una mascota"
de Mayra Cabrera
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