Se necesita estar loco

 

Eso dicen con una mueca particular quienes escuchan hablar con pasión y determinación a las personas que comparten una misma ideología, la de luchar por el bienestar de los animales.

Los que no comparten nuestra forma de pensar, tal vez tengan mucha razón. Porque de verdad se necesita estar loco para romper con una mirada fija, siempre hacia el frente e inflexible, y bajarla hasta el nivel del suelo para ver con extrema compasión, a aquellos seres vivos a los que la gran mayoría ignora; o peor aún, a aquellos animales que provocan rechazo por su desafortunada apariencia.

Se necesita estar loco para ir a favor de una causa criticada, burlada y menospreciada;  y aún así, sentirte el ser más orgulloso y dichoso por pertenecer a ella, y  por comprender claramente los beneficios sociales que traería educar un poco más a la gente sobre ese tema.

Se necesita estar loco para encontrar satisfacción en utilizar parte de tu tiempo, de tu día, o de tu vida, trabajando en algo que jamás te otorgará un sólo centavo como remuneración, y que al contrario, muchas veces te orillará a  renunciar al deseo de obtener algún bien material, con tal de librar del dolor a un animal que no tiene a nadie que le devuelva la salud después de haber sido violentado o abandonado por un ser, desafortunadamente, de tu misma especie.

Se necesita estar loco para no pensar en riesgos ni en peligro en situaciones de rescate. Para actuar sin sentir miedo y pasadas las horas, preguntarte cómo pudiste hacer eso sin encontrar otra explicación, que el saber que si no lo hubieras hecho tú, no lo hubiera hecho nadie.

Se necesita estar loco para ignorar a la gente hiriente, para sonreír a la gente necia y para entender sensatamente, que no todos tienen porqué compartir el mismo grado de locura, aunque no lo podamos comprender.

Se necesita estar loco para madrugar un fin de semana y acudir a un albergue en donde tu honrosa misión será  limpiar orina y excremento. Para soportar escuchar ladridos incesantes cuyo único fin es robarte una mirada. Para ensuciarte de la cabeza a los pies sin sentir asco de forma inexplicable, reconociendo el valor que para un animal tiene una simple muestra de afecto humano y la esperanza que ésta representa para volver a creer en nosotros.


El texto fue escrito por una voluntaria loca anónima (como ella misma se describe) de AFAD, A.C., que lo escribió cuando una persona mentalmente sana la juzgó con desprecio.
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